miércoles, 30 de junio de 2010

Primeros pasos de una nueva vida (por Rafael Benjumea)



Como los girasoles que en junio amarillean el perfil de la laguna, llegaste al mundo moviéndote despacio, mirando todo curioso a tu alrededor.
Yo llegué tarde, la hora de la siesta se había apoderado de mí y al abrir los ojos, aún pegados de sopor vespertino, me encontré una luz rosada en la mesilla de noche que decía: 9 llamadas perdidas… ¿Qué pasa ahora?... Llamé corriendo a Celia, y su voz, emocionada, me dio la noticia con una prisa fustigada por la alegría: ¡Rafa, corre, Romera acaba de parir!

Cuando llegué a la cuadra unos cuantos afortunados estaban allí: Trevor, Andrea, Mónica, Ryan, Lee, Jill, Celia, Fátima… se me antojó un tanto, a la luz rosada del atardecer villafontense, como uno de esos nacimientos navideños en que las figuras rodean al recién nacido, todos sonrisa en labio, y lagrimilla inminente en cada ojo rebosante de felicidad, cada uno con cien palabras de regalo para las orejotas del pequeñuelo.



Mónica lo ha grabado todo, pero nada podrá expresar la emoción rota de puro contento de las palabras que, los que lo habían presenciado, apenas podían espetar. “Es lo más emocionante que he vivido en mucho tiempo” logró decir Fátima con el temblor de la emoción pegado a la garganta como un caramelo. “Qué cosa más bonita” decían los demás. Puedo ver el parto en los ojos de todos los que lo presenciaron. Parto sencillo de lágrima dulce y respiración contenida. Todos me parecen más jóvenes, renovados, insuflados de la vida incipiente que han visto aparecer del vientre de Romera esta tarde de San Pedro.

Yo llegué tarde, una media hora después del alumbramiento, y el pequeño, altísimo para su corto tiempo de vida, ya estaba de pie, tambaleándose pero caminando con decisión, curioseando todo en topecillos dulces, con ese hocico de respiración apenas estrenada. Aún mojado de la placenta, iba y venía por la cuadra, blanda cama de paja para sus cascos blandos, olisqueando el bebedero, el mineral, las paredes, en busca de mamá Romera, que no le quitaba ojo mientras comía plácida, reponiéndose del rato del parto. La encontró pronto, frotó suave su cabecita contra las patas traseras de Romera, olfateando, buscando la fuente de calostro que sería su alimento primero. En breves segundos de succión tierna, ya estaba mamando.

Guillermo, el médico de Romera y compañía, le observaba satisfecho desde la valla: “Todo ha salido bien, está fuerte el tío y está mamando”. Ninguna complicación en el parto… y más emoción en los ojos de todos. Los chiquillos de Celia, miraban absortos el espectáculo fantástico del empezar de una vida. Yo meditaba, cámara en mano, disparando como un poseso, cuán débiles y pequeños somos los humanos ante estos animales fantásticos. Media hora de vida y ya caminan, huelen, buscan, aman… Nadie les enseña, nadie les lleva a parir a un lugar raro rodeados de batas blancas, todo lo hacen solos y los que nacen, nacen sabiendo, como dicen los viejos, más que el hambre.



Una vez más, un acontecimiento de este tipo me hace pensar en el porqué de nuestro trabajo, el por qué de nuestra dedicación, nuestra razón de estar en la asociación. Esta criaturita nueva, este trocito de vida, aún frágil en su fortaleza, al menos, ha conocido, desde su primer aliento, lo que es el cariño y jamás tendrá que sufrir, esperamos, lo que otros de su especie antes de llegar a conocernos.

jueves, 10 de junio de 2010

ELEGÍA (Panchito nos ha dejado)

ELEGÍA - por Rafael Benjumea


Yo no sé si en el cielo habrá prados, Panchito. Tampoco sé si te pondrán la comida de mañana, triturada en blanda mezcla perfumada, con el cariño de las manos que aquí abajo lo hacían. Ni cómo será la comida de la tarde que tanto disfrutabas. Ni siquiera sé, Panchito, si los burritos van al cielo…
A ciencia cierta sé, sin embargo, que allá donde reside tu alma hace pocos días, tu pata ya no estará torcida, ni dolerán tus huesos, esos de los que jamás te quejabas. No necesitarás ayuda al levantarte, ni una singular capa para protegerte del frío.
Aquí abajo, Panchito, sabemos a ciencia cierta cuánto te vamos a echar de menos… tu cabezota suave asomando al pasillo del patio, tu hociquillo breve, curioso y blanco de pelo nevado, tus ojos como dos canicas negras investigando a los visitantes, tus manera dulce y tranquila.
Echaremos de menos tu paso sosegado, tu siesta contra el muro blanco de la casa, el tope suave de tu hocico cuando nos acercábamos, tus peleíllas de juego con Trevoski… Él te extraña mucho, ¿sabes? No sabemos bien, pero todos creemos que es muy consciente de tu marcha y te busca cabizbajo por los recodos del prado, con un caminar desinflado, preguntando acaso a los burritos adyacentes si te han visto, con la certeza de tu muerte en el reflejo de sus ojos viejos. Trevoski te quería tanto como todos nosotros.
Yo no sé, Panchito, si en el cielo habrá prados. A nosotros, nos queda la satisfacción, al menos, de haberte acogido en este cielo pequeño que es vuestro Refugio, de haberte visto disfrutar de tantos días de sol, lluvia o nieve en compañía de tu inseparable amigo. Desde donde estés, sabemos que vas a cuidarle. Y tanto a él como a nosotros, nos quedará la enorme sensación de alegría de habernos cruzado contigo en nuestro camino.

Yo no sé si los burritos van al cielo, tampoco yo sé si habrá un lugar así para alguno de los que aquí seguimos caminando.
Si lo hay, viejo amigo, no hay duda de que un día, si alguno llegamos a ese lugar, podremos darte, de nuevo, un millón de abrazos.

lunes, 7 de junio de 2010

La unión de las organizaciones animalistas gana la batalla por la prohibición del alquiler de asnos en la Feria de La Manzanilla

El Refugio del Burrito, Solúcar, Pacma, Asat, Mafi y Ecologistas en Acción celebran que no se haya maltratado burros en esta edición de la Feria de La Manzanilla.

La asociación El Refugio del Burrito, desde 2007, año en que recibió varias denuncias anónimas, ha venido investigando y denunciando, junto con asociaciones proteccionistas locales, el maltrato y abuso sufrido por los asnos que se alquilaban, de manera ilegal, en la playa de Bajo de Guía, durante el transcurso de la Feria de La Manzanilla.



Durante la celebración de la feria, varios arrieros locales, al caer la tarde, cruzaban el casco urbano con una reata de casi 30 asnos, para alquilarlos sin permiso municipal durante la noche. Estos asnos, a altas horas de la madrugada, eran arrendados por jóvenes que los sometían a abusos y maltratos sin que los arrieros intervinieran en ningún momento para garantizar el bienestar de los animales.

El Concejal Delegado de Fiestas de Sanlúcar de Barrameda, Don Jesús Villegas, mantuvo, a petición de las protectoras, una reunión el pasado mes de abril, donde fue informado del resultado de las investigaciones y de las posibles responsabilidades del Ayuntamiento en este asunto. La reunión finalizó con la promesa del concejal de impedir el alquiler de burros en la playa. A tal fin, se trasladó la queja a la Junta de Seguridad Local para la feria de La Manzanilla, donde se tomaron las medidas necesarias para que los hechos denunciados no se repitieran.

El Refugio del Burrito, una asociación que trabaja a nivel nacional, dedicada a la protección del asno, se enorgullece en colaborar con Asociaciones locales. Iván Salvía, Director de El Refugio del Burrito, declara: "Estamos encantados de que, gracias a la colaboración entre el Refugio y otras organizaciones locales, podamos evitar casos de este tipo. Cómo no, nos sentimos muy felices de haber ganado esta batalla. Gracias a esta colaboración con las asociaciones sanluqueñas, por fin, ningún burro ha sufrido durante estas fiestas y esperamos poder seguir protegiendo a muchos más en el futuro"